28 de enero de 2011

Soledad

Rodeada de gente, mucha gente. Y sin embargo, SOLA.


No tenía nada.
No tenía a nadie.
Estaba dejando de sentir.
 

16 de enero de 2011

Una cosa es estar triste, que ya es algo bastante grave, pero otra distinta es estar decepcionada, que es terriblemente peor.

¿Y si estás decepcionada y profundamente triste?

Los motivos, un cúmulo de situaciones que poco a poco se hacen insostenibles, algo así como una mochila llena, en la que crees que aún te cabe un diccionario o un estuche y que vas cada vez dando más de sí, hasta que revienta. Entonces ya no puedes echarte las manos a la cabeza, es tarde....

Si alguien en quien confias te da una patada, duele, si te la da donde más duele jode aun mas, pero si además lo hace sin compasión... ahí te tumba.

Si alguien en quien confias te demuestra ser falso e interesado, puedes no quererlo ver, pero al final te das cuenta de la peor de las maneras posibles.

Un cúmulo de situaciones, a las que se suman esta serie de personas en las que confiaba, hacen que me sienta precisamente decepcionada y profundamente triste.

Mi máscara oculta sentimientos grises hoy ha dejado de funcionar, normalmente la llevo cargada con sonrisas y buenos gestos, pero hoy solo me apetece llorar, gritar, correr... huir, huir de estas emociones tan desagradables que me acosan en el peor de los momentos.

Mañana tendré que hacerme con una nueva, para afrontar lo que toca y lo que queda con una sonrisa pintada, que no sea falsa, puesto que eso no lo soportaría, y que pueda comerse (la sonrisa) a todas esas personas poco personas, a todas las lágrimas, sentimientos de impotencia, momentos de debilidad...

La única debilidad que puedo mostrar es el perdón, aunque no el olvido.

Y no hay cura para ciertas heridas profundas, puesto que no son físicas,
atacan directamente al alma, ya son varias, y temo empezar a volverme desconfiada.


Casilda